martes, 23 de abril de 2019

PRIMEROS PÁRRAFOS DE EL ACORRALADO





EL ACORRALADO

Hay camino
que parece derecho al hombre,
pero su fin es camino de muerte

Proverbios 16:25
Sagradas Escrituras

Un apuesto y alegre joven, no mayor de unos veinte años, fue nombrado misionero para salir al exterior a predicar las Escrituras, pues, por su intachable disciplina, estudio erudito de la Palabra y fidelidad comprobada: se ganó honrosamente el título de Predicador. Título que muchos aspiraban a llegar, pero eran pocos los escogidos. Dentro de un par de semanas marcharía al frente y al presidente de la congregación le pareció oportuno visitarle, con antelación a su salida, para hacerle todo tipo de reconvenciones.
–Hermano Lizardo –dejó caer un hombre de mediana edad– le felicito que usted haya alcanzado tan altos honores, como el hecho de ser designado para llevar la espada de dos filos, que es la Palabra de Cristo, hacia los últimos rincones de la Tierra.
–Gracias, hermano presidente –repuso el aludido– estoy muy emocionado con este nuevo nombramiento dentro de la iglesia.
–Hay algo que le quiero recomendar no solo como humano que soy –observó el pastor de la congregación– sino como un enviado del Dios a quien servimos y adoramos.
– ¿Qué es, hermano pastor?
–Es que, usted hermano Lizardo –dejó caer el reverendo– debe cuidarse como se cuidan las niñas de los ojos: procure mantenerse en oración y ayuno, hermano, para que el maligno no se atreva a tentarlo, tal como tentó al Señor Jesús muchas veces. Al ser usted tan valioso para los intereses sagrados de Dios: buscará él la manera de perturbarle en todo lo que pueda y no descansará hasta hacerle tropezar y caer.
–Sí, hermano pastor –convino un contrito Lizardo–. No lo olvidaré por nada de este mundo. Haré todo cuanto usted me acaba de decir y tendré sumo cuidado.
Se marchó el superior de la iglesia, mientras Lizardo se quedó cavilando en la recomendación y se preguntaba en qué vendría a parar todo aquello.
La primera semana antes del viaje transcurrió sin alguna novedad, solo que  Andrea –la novia de Lizardo– en su obstinación por casarse con él, le inquirió de tal manera, habiendo meditado hasta la saciedad lo que debía hacer.
– ¿No crees que sería mejor que nos casemos antes de que te marcharas? –sopesó la novia, anhelosa.
– ¿Y ahora, qué te traes entre manos? –exclamó Lizardo con los ojos grandes como platos– ¿Por qué quieres que nos casemos antes del viaje de misiones, si ya no falta más que una semana? ¿No es mejor que primero me vaya y cuando haya vuelto...?
–Yo sabía que te negarías, imbécil –le interrumpió la chica– porque no me amas como yo, eres un embustero. ¡Claro!, tú quieres andar presumiendo de soltero y (pelándoles las muelas) a las chicas que te miren. Eres un pobre  lobo disfrazado de corderito. Ay, sí, el corderito de Dios. Ya nomás te crecen alas para que salgas volando –concluyó distorsionando la voz.
–No es cierto que yo no te ame –observó Lizardo al borde de la impaciencia– y que tú no me importes nada, sino que tengo que cumplir con la delicada misión que Dios me encargó hace tan solo unos días. No hables por hablar, te vas a condenar por tu propia lengua.
– ¡Está bien! –rugió la novia desengañada– ¡Haz lo que te salga de las narices! ¡En fin, yo no pinto nada en tu vida y a partir de ahora no te buscaré más, para que hagas lo que te dé la regalada gana. Adiós!
– ¿Dónde vas, Andrea? ¡Espera…! –intentó detenerla Lizardo.
– ¡Eso ya no te importa! ¡Ya no me busques tú tampoco, adiós!
El joven se quedó convertido en estatua de piedra; o al menos así lo parecía, porque no se movió mientras su novia se marchó haciéndole semejante desplante y echándole los antedichos improperios. Lentamente recuperó la movilidad y no tardó en dar con sus huesos en el sofá de su casa…

ESTA HISTORIA CONTINUARÁ…

domingo, 14 de abril de 2019

PRIMERAS PÁGINAS DE AL PIE DEL TUNGURAHUA


AL PIE
DEL
TUNGURAHUA

MARCO
HARO SÁNCHEZ

















 

 

DEDICATORIA





A los héroes inmortales
que ofrendaron su sangre en el campo de batalla
por defender el territorio nacional ecuatoriano
 para que su memoria no sea jamás olvidada.

A Iván Mentor,
a sus compañeros oficiales del aire y
a todos los bravos excombatientes
que estuvieron a punto de perecer
en el último conflicto armado:
La guerra del Cenepa.
Gracias a su valerosa gestión
se libró de una muerte irremisible
al puñado de valientes que esperaban
su apoyo logístico
desde tierra.

A D. Ana Marina, la autora de mis días,
por su incansable labor como ama de casa,
ya que gracias a su infinito amor
tuvimos la oportunidad de pisar
las aulas educativas.


















BIOGRAFÍA




Segundo de siete hermanos, Marco Absalón vio la luz un 28 de agosto de 1964 en Baños de Agua Santa-Tungurahua-Ecuador de Suramérica. Sus padres son D. Mentor Haro y Dña. Ana Sánchez. Realizó sus estudios primarios en la escuela Pedro Vicente Maldonado, siendo su preceptor de primero a sexto D. Luis Vivanco. Sus estudios secundarios los realizó en el colegio nocturno Tungurahua y en el Instituto Normal Superior Nº 15 Baños. Laboró diez años como docente primario en el área rural y urbana de Santo Domingo de los Tsáchilas. Ganó el primer lugar en la composición de la letra a la escuela Rubén Darío, última en la que laboró. En el año 2000 emigró a España y se asentó en Valencia, donde vive hasta la actualidad. Contrajo nupcias dos veces. Es padre de tres hijas y abuelo de cuatro nietos. Entre 2013 y 2014 publicó La manzana de carne y hueso (novela); y en 2015,  El acorralado y otros relatos: en algún lugar del mundo.
















PRÓLOGO



Tungurahua es la fusión de dos vocablos quichuas: tungur que significa garganta y rawra, fuego o llama; todo junto: garganta de fuego o garganta de brasas. Este es un estratovolcán activo de la Cordillera de los Andes. Está ubicado en la Cordillera Oriental del Ecuador, entre las provincias Tungurahua y Chimborazo. También se lo conoce como El gigante negro y según la mitología indígena: Mama Tungurahua (madre garganta de fuego). Se localiza a 87 millas al sur de Quito y en sus faldas se levanta el legendario Valle de los Baños, nombre que le dio el inca Huayna Cápac cuando visitó estos lares, lo que hoy se lo conoce como Baños de Agua Santa. Sus erupciones han sido registradas cada cien años aproximadamente. Desde 1992 no han cesado sus flujos piroclásticos hasta el día de hoy; aunque en poca intensidad estos últimos.
Alrededor de este coloso de granito se desarrolla la vida de los protagonistas de esta historia, en especial de un joven que es encarcelado injustamente, acusado de agredir sexualmente a una menor. Luego se da el romance incierto entre el mismo joven y una guapa lugareña. También giran a su alrededor vivencias y costumbres de moradores de varias aldeas cercanas a Baños de Agua Santa. Este marcha a realizar la conscripción, con la idea de hacerse militar; pero ese no es su lugar apropiado según su punto de vista sobre la vida y regresa a seguir sus estudios secundarios. Los cursa sin dejar de ayudar a sus padres en las labores del restaurante que dirige su madre y sin dejar de trabajar en el taller cuando el maestro mecánico le pide a que vaya. De vez en cuando hay avisos que lanza El gigante negro, mediante bramidos apenas perceptibles. Los cuales acompañarán durante todo el viaje existencial de nuestros protagonistas y finalmente se convertirán en el telón de fondo de esta historia, cuando erupcione con toda su fuerza.
A través de muchas épocas se conoce sobre la rivalidad entre dos países sudamericanos: Ecuador y Perú. Los mismos que en tiempos incásicos relucieron sus armas con el afán de hacerse con el poder del Tahuantinsuyo o imperio de los Incas. Las constantes guerras entre Atahualpa (norte) y Huáscar (sur), los cuales eran medio hermanos, dio como triunfo definitivo a Atahualpa, quien ordenó la ejecución de Huáscar. Acontecimientos que serían la sombra del futuro de estas dos naciones. Hubo muchas guerras en su camino a la modernidad. Muchas de las cuales se ganaron en el campo de batalla por parte de los soldados azules (norte); pero en la mesa de negociaciones diplomáticas llevaban el triunfo las tropas invasoras (sur) o soldados rojos, como los denomino cuando me refiero a ellos. Este ha sido el modus operandi en cuanto a asuntos limítrofes, como sabrá mi querido lector o lectora. Un ejemplo claro fue el Protocolo de Río de Janeiro de 1942, en el que se entregaba al vecino sureño más de 270 mil kilómetros cuadrados de selva amazónica. Todo legitimado por los países garantes: Estados Unidos, Brasil, Chile y Argentina. En la década final del año 2000 hubo un nuevo enfrentamiento bélico entre estas dos naciones, debido a que no estaban demarcados en su totalidad los hitos en la frontera sur y norte, respectivamente. Para este conflicto marchan al frente los bravos soldados de la defensa, conjuntamente con los reservistas convocados por parte de la Comandancia General del Ejército del Ecuador, entre ellos nuestros jóvenes; los cuales acuden al llamado de la Patria inyectados del germen revolucionario, que sentían latir en sus entrañas. Lo que ignoramos es que si volverán cubiertos de los laureles de gloria para ser ovacionados por sus compatriotas o para pasar al más allá, envueltos de una gloria aún mayor; la misma que perdurará por siempre. Solo un vaho incierto circunda la existencia aletargada de cada uno de los personajes, que aún siguen bregando contra corriente al pie del Tungurahua, el cual no deja de echar humo por sus descomunales fauces.

Saludos cordiales.

Espero sus comentarios.





jueves, 4 de abril de 2019

SANGRE, el primer relato de El acorralado y otros relatos: en algún lugar del mundo.




SANGRE

No entres apresuradamente
en pleito, no sea que no sepas
qué hacer al fin,
después que tu prójimo
 te haya avergonzado

Proverbios 25:8,
Sagradas Escrituras

Aquella tarde fue a clases como cualquier día sin sospechar que algo grave iba a pasarle. Una vez tocada la sirena para salir a recreo no dejaron sin acudir a los patios escolares: unos iban a los servicios higiénicos, otros al bar y aquellos a jugar básquet.
Nuria y dos o tres de sus mejores amigas, mientras comían los deliciosos chochos1 con maíz tostado y encebollado que vendían en el bar, charlaban animadamente en el descansillo que había entre la planta baja y la primera. Terminado el convite de colegialas, se dispusieron a bajar a los patios para jugar al básquet los escasos minutos que restaban de recreo. Con tan mala suerte para Nuria, que al ser la primera en querer bajar, una de sus compañeras hecha la juguetona le dio un fuerte empujón haciéndola caer de trasero y se golpeó las últimas vértebras al caer sentada sobre el filo de la escalera, por lo que empezó en cuestión de segundos a sentir un fuerte dolor del vientre. Al estar en los días de la costumbre: «se aflojó la llave», como se dice vulgarmente, y sangraba en abundancia. Mas hizo caso omiso del incidente y en vez de ir al policlínico del colegio ocupó un asiento del aula, el cual lo tiñó de rojo. Lo mismo hizo al quedarse detrás de una puerta, manchó el piso con el líquido viscoso que fluía de su fuente.
Al fin le trasladaron a urgencias de una clínica cercana. El médico que la trató, cuando vino su madre a por ella, lo primero que le dijo es:
– ¿Eres tú la madre de Nuria, la chica enferma?
–Sí, doctor, soy yo –repuso una mujer de mediana edad, nerviosa.
–La niña ha sido víctima de un aborto, ¿sabes? –le dijo con frialdad increíble– Le he realizado una ecografía y claramente se ve una mancha que no puede ser otra cosa que un feto –gesticulaba mientras arrugaba el entrecejo y añadía sombras a su gomoso rostro.
– ¿Cómo que puede ser un aborto, doctor? –protestó Camila– Si mi hija no pudo estar encinta, si apenas tiene doce añitos.
– ¡Hum! Eso que tenga doce años o menos –ironizó el médico mirando con ojos ratoniles– no prueba que no haya podido quedarse encinta al estar con cualquier hombre. Vamos a practicarle inmediatamente un curetaje2 para eliminar los restos del feto.
Enseguida llamó a la enfermera:
–Antonia, por favor, prepare los instrumentos que vamos a intervenir a la paciente.
–Enseguida, doctor –repuso sumisa una joven de unos veinte años que se marchó tras la orden.
Mientras en la consulta.
–Doctor –protestó la madre– mi hija no estaba esperando un hijo y no tiene por qué auscultar sus partes íntimas.
–Eso es lo que tú crees –dejó caer el galeno–; pero yo te voy a demostrar lo contrario: la chica ha abortado.
Dicho esto el médico se acercó y palpó el vientre de la niña buscando el útero. Ella gritaba de dolor apenas le tocaba. En tanto la enfermera acudía con los instrumentos necesarios para la operación.
– ¡Cállate! –ordenó el médico y seguía en su intento de realizar el temido curetaje.
Pero Nuria gritaba cada vez con mayor fuerza y no se dejaba poner una mano sobre su cuerpo.
–Esta niña no me deja ni tocarla –gruñó el médico–. Yo no sé cómo se han dejado practicar otras menores que han venido antes a la consulta. No se puede hacer nada más –se dio por vencido y dejó tranquila a Nuria–. Vente mañana para que la lleves a otro dispensario, si quieres.
De esta manera Camila sintió que el alma se le iba en su niña enferma y, lo que era peor aún, las palabras del médico le daban vueltas en la cabeza llenándole de indefinible angustia. Sin embargo, marchó a casa a cumplir con las necesidades hogareñas que le esperaban. Alimentó a sus demás retoños y, cuando llegó su marido, le comentó la infausta noticia.
–Sabes que a tu hija le han hecho caer en el colegio –esgrimió Camila poniendo cara de circunstancias– y le ha dado una fuerte hemorragia por el golpe recibido. Este momento está siendo atendida por el médico de la clínica San José, la que está casi frente al colegio.
– ¿Quién es ese desgraciado o desgraciada que ha hecho caer a mi hija para denunciarle? –vociferó de muy mal modo el hombre de la casa.
–Acaba de comer que ahora nos vamos a verla –rogó su mujer.
–Ni porque uno se está trabajando tiene derecho a descansar –renegó Ramón– ya me toca ir a ver a mi hija que está enferma y...
– ¡Ay...! ¿Qué más te toca como padre que eres? –cortó Camila y se dio prisa para zarpar.
Cuando llegaron a verla, Nuria dormía aliviada porque le suministraron un sedante. Mientras el galeno habló con Ramón sobre el caso y le expuso que la causa de la hemorragia no era otra que el aborto. Se marcharon los padres enemistados entre sí, en la calle empezaron a pelear.
– ¿Te das cuenta, zorra mal nacida? –gruñó el marido– La mocosa está con hemorragia por el aborto que dizque ha tenido, no por la caída que dices vos3.
–No seas imbécil –rugió Camila– ¿cómo crees que tu hija de doce años va a estar embarazada?
–Claro pues, estúpida –volvió Ramón– vos como corriste igual suerte al dejarte empreñar en la adolescencia, lo que le pasa ahora a nuestra hija te parece algo normal.
–No es que me parezca algo normal –repuso Camila armándose de paciencia– sino al contrario. Aquello que se comenta de nuestra hija, no es más que una calumnia que intenta echar por tierra su impoluta dignidad, tanto como la nuestra. Ni el médico tiene razón, ya verás cómo la llevamos a Zamora donde la doctora que ha tratado algunas de mis enfermedades para que ella nos aclare.
Casi no pegó los ojos Camila pensando en lo que pasaba con Nuria. Sin embargo, a primera hora acudió a verla y pidió que las dejasen a solas.
–Mi hijita –dijo– ¿estás segura de que no estuviste con algún hombre?
–No, mamita –repuso– estoy completamente segura. ¿Por qué?
–El médico dice que la hemorragia te vino porque estabas encinta.
–Ay, mami –repuso la niña– ¿encinta, yo? Apenas he terminado la primaria.
Ahora se enfrentó nuevamente Camila con el médico, quien le dijo seguro de su teoría:
–Sabes bien que tu hija está encinta, ¿por qué tratas de ocultarlo?
–Usted –repuso Camila– ¿en qué se basa para sostener aquello?
–Yo me baso en hechos reales –dejó caer el galeno–. Ayer hablé con tu hija y me comentó que tú le habías dicho: «Ese chico que vivía con nosotros se ha pasado al cuarto donde duermen ustedes y te ha visto las piernas desnudas; pero yo te cubrí con una manta». Aseguró tu hija y agregó: «Yo no he sentido nada, doctor, a lo mejor me hizo algo cuando estuve profundamente dormida». Yo no entiendo, ¿cómo se puede tener a un chico extraño viviendo bajo el mismo techo habiendo chicas que corren peligro?
–Si usted se basa en esa teoría para asegurar que mi hija estaba encinta –repuso Camila muy resuelta– haga cuenta de que ha fracasado, porque le dije aquello mintiéndole, con el sano objetivo que dejara de dormir como quiera: es que es de muy mal dormir, doctor. Ora pone una pierna por aquí y otra por allá, ora muestra todo lo que no debe una chica decente sin importar de los que están durmiendo a su alrededor. Por eso me inventé la historia del chico que se pasado a su cuarto y le ha visto las piernas desnudas.
En todo caso, doctor –agregó Camila sin más– le voy a llevar a Zamora porque no estoy conforme con su veredicto.
Esta declaración cayó como balde de agua fría sobre médico y enfermera que, aunque sumisa y silenciosa, no se perdía ni una jota de la conversación. Allanado el camino, titubeó el galeno al tiempo que aflojaba las cuerdas a la razón:
–No... no te la lleves aún, déjame hacerle de nuevo los análisis clínicos. Ven... ven por la tarde que ya los tendré y sabremos a ciencia cierta lo que pasó. ¿De acuerdo?
–Está bien, doctor –suspiró Camila, aliviada por primera vez–; pero no se le ocurra seguir insistiendo en lo del aborto.
El rostro camaleónico del médico ahora estaba pálido y se le notaba nervioso.
–No... no te preocupes –rogó el galeno– que ahora tendré mucho cuidado en hacerlos detenidamente.
Cuando volvió a la tarde Camila, el médico le dijo que ella estaba en toda la razón y que lo que tuvo Nuria no fue ningún aborto, como él aseguró al comienzo, sino que tenía un quiste4 en el ovario y le mostró la placa de la ecografía.
–Mira –asintió– cuando la chica está embarazada, como ha sucedido ya un montón de veces, se presenta esa sombra que ves en el interior del útero; pero en el caso de tu hija que es muy particular, esa sombra que vemos allí no es otra cosa que el quiste.
Esta noticia más que alegrar a Camila, vino a confirmar la seguridad que tenía acerca de la dignidad impoluta de Nuria. Asimismo alegró al padre de la pequeña que no pensó en otra cosa que no fuera en demandar al médico.
–Tú no vas a demandar a nadie –impugnó Camila– un error lo comete todo el mundo. Deja tranquilo al doctor. Preocupémonos más bien por la salud de nuestra hija.
–Pero mujer –insistió Ramón–. ¿Cómo crees que podemos dejar pasar por alto esta equivocación de un pseudo médico? ¿Y si le practicaba el curetaje a nuestra niña sin estar encinta?
–Ya deja de insistir en cosas que no convienen –concluyó Camila muy resuelta–. Mejor alegrémonos de que no ha ocurrido nada a nuestra hija por parte del médico, sino que está enferma por naturaleza.
No le quedó mayor remedio a Ramón que asentir y rumiar en silencio la supuesta incomprensión por parte de Camila que actuó de buena fe. La alegría que sintieron no fue del todo alegre porque tuvieron que realizarle un tratamiento adecuado a esta niña para eliminar dicho quiste. Pero finalmente todo salió bien.

1.      Semilla comestible del altramuz.
2.      Técnica de extraer restos después de un aborto.
3.      Equivalente a tú, segunda persona del singular. Usado en algunas regiones de Latinoamérica.
4.      Formación patológica en forma de bolsa cerrada.

miércoles, 3 de abril de 2019

Buenas tardes, amigos y amigas.

Estoy de vuelta y con un nuevo tema bajo el brazo.

En Al pie del Tungurahua se habla de algunas cosas como del romance entre dos jóvenes, chico y chica.

En los cuentos de hadas hay siempre finales felices.

Lo que no sucede en Al pie del Tungurahua.

No todo es color de rosa en el mundo en que vivimos actualmente.

Espero sus comentarios.

Buena suerte.

Antes os dejo una fotografía cuando no tenía más de veinticinco y con mi primera hija.


viernes, 28 de septiembre de 2018

NACIMIENTO DE NUEVO LIBRO

AL PIE DEL TUNGURAHUA

La vida que trascurre alrededor de este coloso; o sea, el pueblo Baños de Agua Santa, es retratada en diferentes épocas de su camino a la modernidad. Empieza con una injusticia y termina así. Estos acontecimientos tienen como telón de fondo las constantes erupciones de la inmensa mole de granito y por último, la guerra fratricida entre dos naciones hermanas, a la que son convocados soldados y reservistas. Entre ellos marcha un joven protagonista principal y no sabemos si volverá en gloria para ser ovacionado por sus compatriotas o para ser enterrado luego de merecer una gloria aún mayor.
Agradezco de antemano a mis lectores o lectoras que suelen acoger mis creaciones. Bendiciones para todos y todas.

martes, 19 de septiembre de 2017

Anaxímenes

Me trajo al mundo mi madre el veintiocho de agosto de mil novecientos sesenta y cuatro, en el caserío El Porvenir - Ulba - Baños - Ecuador. Soy el segundo de siete hermanos; aunque en realidad debía ser el tercero, pero mi antecesor murió cuando tenía dos añitos y quedé en su lugar. Estudié la primaria en la escuela Pedro Vicente Maldonado de Baños; la secundaria, en el colegio nocturno Tungurahua, el ciclo básico; debido a que tenía que trabajar por el día. Luego recibí clases en el bachillerato y postbachillerato en el Instituto Normal Superior Nº 15 Baños. Me recibí de maestro en educación primaria y empecé a laborar en las típicas escuelitas de campo hasta que llegué al centro urbano de Santo Domingo de los Colorados (hoy de los Tsáchilas).
En el año 2000 emigré a España y me radiqué en Valencia capital. En el 2013 publiqué mi primera novela intitulada La manzana de carne y hueso. Un año más tarde publiqué un libro de relatos que lleva por título El acorralado y otros relatos: en algún lugar del mundo.
Soy padre de tres hijas y abuelo de cuatro nietos.

OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE


Naturalmente, que comparto con lo que dicen las Sagradas Escrituras en cuanto a este delicado tema. Si en tiempos de los profetas, el mismo Dios de salvación ordenó a los levitas crear leyes inquebrantables como la pena de muerte para el que mata, la cual debía ser cumplida al instante. Asimismo, el que robaba debía resarcir lo robado multiplicando por varias veces. De ahí se derivan las demás leyes, como para el que viola le sea amputado el miembro o cortada la mano del ladrón.
Qué tiempos aquellos, donde imperaba un orden nada fácil de menospreciarlo: había que ser correcto para vivir sin problemas en una sociedad que nada tenía que ver con las sociedades sucesivas. Claro que cuando vino Jesús y llevaron ante Él una mujer sorprendida en adulterio, le dijeron: "Moisés ordenó apedrear a quien sea sorprendido en este mal de cuernos". ¿Qué dijo el Maestro mientras escribía en tierra? Se irguió y contestó: "El que se halle sin culpa arroje la primera piedra a la mujer". Y siguió escribiendo en tierra. Luego se irguió de nuevo y preguntó a la mujer: "¿Dónde están los que te acusaban?" Todos se han ido, repuso la mujer, agradecida.

El caso es que si hubiera la pena de muerte se darían menos crímenes en el mundo, ya que el que quisiera matar tendría que pensarlo varias veces y no sería fácil de que quite la vida a su prójimo. Una pena de muerte bien ejecutada, que existan pruebas suficientes en contra del victimario, evitaría los problemas de conciencia o motivos de venganza por parte de terceros. Así que ojo por ojo y diente por diente.